Jóvenes tumbesinos, emprendedores que inspiran

  Orígenes humildes y un ojo para el negocio Daniel Zorroza Infante habitante de Tumbes, Perú,  un joven con talento comenzó su camino en el mundo del comercio con tan solo un triciclo y muchas ganas de salir adelante. En sus primeros años, trabajaba vendiendo refrescos y cervezas de forma ambulante en eventos deportivos y fiestas patronales de su localidad. A pesar de las dificultades, Rubén siempre tuvo un olfato especial para los negocios. Observaba cómo los pequeños comercios tenían dificultades para abastecerse a tiempo de bebidas, especialmente en temporadas altas como fiestas patrias o navidad. Una noche, mientras ayudaba a un bodeguero a descargar un pedido de última hora, Rubén se dio cuenta de una oportunidad: si él podía entregar bebidas a tiempo, con un buen precio y trato justo, podría ganarse la preferencia de muchos negocios locales. Así, con sus ahorros y un préstamo pequeño que consiguió con ayuda de un familiar, compró una motokar y un pequeño lote de cerve...

 Mi nombre es Sofía Maydalys Gutiérrez , tengo 28 años y hace unos años estaba desesperada por encontrar trabajo. Había estudiado educación infantil, pero sin experiencia ni contactos, las puertas no se abrían tan fácilmente. Necesitaba ingresos urgentes, pero más que nada, necesitaba recuperar mi motivación. Un día, buscando ideas en internet, vi un video de una chica en un disfraz animando una fiesta. No era nada del otro mundo, pero la reacción de los niños fue increíble. Algo en mí se encendió. Pensé: "Si no hay puertas abiertas, voy a inventar la mía. Voy a hacer reír a los niños. Aunque tenga que ser... un osito gigante." Vendí algunas cosas, pedí prestado un poco, y con ese dinero compré un disfraz de osito café, muy sencillo, de segunda mano, pero adorable. Me paré en una esquina de un parque con un cartel que decía: "Osito de la Alegría para cumpleaños y eventos – Precios accesibles" . Ese fue mi primer día. La gente me miraba raro, algunos se reían, pe...

  Marcelo siempre fue un chico curioso. Desde pequeño, desarmaba radios, computadoras viejas y cualquier aparato que pudiera abrir con un destornillador. A los 14 años, armó su primera computadora con piezas recicladas y empezó a ofrecer reparaciones básicas a sus vecinos en el barrio  Pampa Grande. Con el tiempo, su pasión se volvió más seria. Ingresó a la universidad pública a estudiar Ingeniería de Sistemas. Los primeros años no fueron fáciles: trabajaba por las noches para poder pagar los materiales y los pasajes. A pesar del cansancio, nunca faltaba a clases y siempre buscaba aprender más allá del aula. En tercer año, Marcelo descubrió el desarrollo de software. Empezó a hacer pequeños sistemas de gestión para comercios locales, como ferreterías y librerías. Todo lo hacía desde su cuarto, donde tenía un escritorio, dos monitores y una pizarra llena de ideas. Así nació su primer emprendimiento informal: “BARRIOTECH” .TUMBES. Al graduarse, recibió ofertas para trabajar e...

Hace algunos años, en un pequeño barrio lleno de vida y talento escondido, vivía Jairo , un joven apasionado por la moda. No tenía muchos recursos, pero sí algo que no se compra: determinación, creatividad y ganas de salir adelante .  En sus inicios, recorría las calles con una maleta ofreciendo camisetas y sudaderas y blusas hechas a mano, llenas de mensajes y estilo urbano.Con el tiempo, Jairo dejó de coser todo solo. Contrató a una costurera del barrio, luego a otra, y poco a poco formó un pequeño equipo. Empezó a experimentar con serigrafía, bordados, materiales reciclados, y lanzó colecciones temáticas: "Resistencia", "Barrio es poder", "Raíces que no se cortan" . Lo que más lo motivaba no era solo vender, sino inspirar a otros jóvenes como él a emprender, a no rendirse . Hacía talleres gratuitos, enseñaba lo que había aprendido, y empezó a colaborar con artistas locales para hacer ropa con arte urbano. Gracias a su esfuerzo, y a un inesperado impuls...

Josué tenía 23 años, vivía en pequeño cuarto,tenia una hielera vieja, un sueño grande y una sed inmensa de hacer algo diferente. Vivía en una ciudad calurosa donde el hielo era tan valioso como el oro en verano. Pero no cualquier hielo. Leo quería vender hielos gourmet : cubos cristalinos, esferas perfectas, infusiones de menta, jengibre, lavanda... hielo que se convirtiera en parte de la experiencia, no solo un enfriador. Con pocos recursos, comenzó desde casa. Usó moldes especiales, filtró el agua tres veces y usó técnicas que aprendió en YouTube para hacer hielo transparente. Empezó a vender en redes sociales, ofreciendo "hielo para cocteles premium". Los bares locales se interesaron. Luego vinieron las cafeterías. Incluso chefs empezaron a llamarlo para usar sus hielos en presentaciones creativas. El boom del hielo duró dos años , y Josué no perdió el tiempo. Ahorro tras ahorro, no solo vendía hielo: estudiaba el mercado de alimentos y bebidas, analizaba tendencias, hab...